Protección solar diaria: todos los días y varias veces al día, al menos cada 3 horas en el horario de mayor radiación solar, que se estima entre las 10:00 AM y las 4:00 PM. Ningún protector solar dura permanentemente, la constancia trae sus recompensas.
Hidratación: la piel hidratada es mejor en su proceso de autoreparación y absorbe mejor todos los medicamentos que nos aplicamos.
Protección solar física: no solo podemos protegernos con protectores solares. Las prendas de ropa, sobre todo las oscuras, junto con sombrillas o sombreros adecuados pueden influir notoriamente sobre la radiación que recibimos.
Buena alimentación: son muchos los alimentos asociados con una piel saludable. Principalmente se recomiendan las frutas y verduras con alta cantidad de antioxidantes y moderar el consumo de grasa animal.
Usar los medicamentos adecuados: cada medicamento tiene un propósito y debe usarse de acuerdo a la recomendación de un experto.
¿Qué evitar?
Exposición diaria al sol: la radiación influye en un 80% del envejecimiento cutáneo, debemos evitar la exposición directa, principalmente entre las 10 AM y las 4 PM
Broncearse: socialmente aceptado pero muy nocivo para la piel. El efecto del bronceado corresponde a una pigmentación secundaria a la inflamación y al daño que se causó en la piel por las ondas ultravioleta.
Sobrepeso y obesidad: claramente un estado en el que nuestro cuerpo se encuentra bajo mucho estrés oxidativo, sin contar con las lesiones benignas o malignas secundarias a enfermedades que constituyen el síndrome metabólico.
Tabaquismo: uno de los factores que más predispone a envejecimiento prematuro y a disminución de la calidad y expectativa de vida.
Automedicación: la sabiduría popular no siempre tiene la razón. El mal uso de medicamentos o de plantas puede entorpecer procesos de reparación y dejar secuelas permanentes en nuestra piel.