El Ácido Hialurónico es una proteína producida naturalmente en nuestro cuerpo y es un componente clave que contribuye al rejuvenecimiento de la piel. Con el tiempo, los requerimientos de ácido hialurónico cambian debido a factores como los genes, el estilo de vida, la alimentación y, por supuesto, el envejecimiento natural por el paso del tiempo. Los primeros signos de envejecimiento suelen manifestarse a partir de los 30 años. El ácido hialurónico se utiliza principalmente para contrarrestar estos signos en el rostro, cuello y manos, restaurando el volumen perdido, manteniendo la estructura correcta de la piel y rehidratándola. Además, estimula la producción de colágeno, facilita la reparación celular y ayuda a suavizar las arrugas y líneas finas de expresión, lo que resulta en un aspecto rejuvenecido y natural.
Este producto se aplica especialmente en áreas como los pómulos, surcos nasogenianos, mentonianos o labios. También se puede aplicar para disminuir la evidencia que dejan las cicatrices de acné. Sin embargo, es importante destacar que existen efectos adversos potenciales, como equimosis o hematomas, cambios en la coloración de la piel, edema persistente, abscesos, celulitis, formación de nódulos no inflamatorios, granulomas por cuerpo extraño, cicatrices y necrosis tisular, entre otros, sobre todo cuando es aplicado por manos inexpertas.
Por lo tanto, es fundamental que la aplicación de ácido hialurónico sea realizada por un especialista. Este profesional no sólo debe poseer un conocimiento profundo y habilidades técnicas adecuadas para la aplicación de estos productos, sino que también debe ser capaz de identificar complicaciones o efectos adversos de manera temprana y manejarlos de manera adecuada.
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